GRUTA DE LOS CUERVOS Y DE LOS HELECHOS

Quienes gustan del contacto con la naturaleza, en ambientes aún no modificados por la mano del hombre, tienen en ésta propuesta la opción de internarse en la vegetación autóctona visitando la Gruta de los Cuervos y de los Helechos. Estas se ubican tan solo a 11.200 y 14.500 kilómetros de la ciudad de Tacuarembó.

Las llamadas Grutas son en realidad hermosas quebradas rodeadas de bosque nativo. El trayecto, que parte de la capital departamental, combina el paseo en auto con el recorrido a pie en las grutas, por lo que se recomienda usar calzado cómodo y seguro. Para dirigirse a las grutas, se parte de la Av. María Esther Castillón en dirección al noroeste, que posteriormente pasa a llamarse Paul Harris. Allí se cruzan dos puentes y en la primera entrada se dobla hacia la izquierda por la Av. Gutiérrez Ruiz. Pocos metros más adelante un cartel indica hacia la izquierda, en dirección a las grutas y hacia la derecha rumbo al balneario Iporá. Se gira, por lo tanto, hacia la izquierda y se ingresa a un camino de balasto. Se aprecia un hermoso paisaje de cuchillas, montes y afloramientos rocosos durante el recorrido. A mano izquierda se ve algunas construcciones de la ciudad que se aleja.

La Gruta de los Cuervos, si bien es la más distante de la ciudad de Tacuarembó, presenta facilidades de acceso al encontrarse a solo 100 mts. de la ruta. En el Km. 14.500 del camino, una pequeña casa amarilla a mano izquierda es la referencia para el viajero. Sobre el lado izquierdo apenas se sobrepasa la casa, está la portera que conduce a la gruta. No existen carteles indicadores, por lo que el visitante deberá estar atento. El campo es privado aunque está permitida la visita. Al comienzo del corto recorrido se divisa un aparentemente impenetrable monte indígena desde lo alto. A modo de referencia, la casa amarilla queda durante todo el trayecto a mano izquierda. Pocos metros más adelante se cruza una segunda portera. Allí se deben buscar los rastros de una pequeña senda que indica la dirección correcta y comienza a descender entre las rocas. El caminante debe ser cuidadoso para no caerse. Grandes piedras sirven de escalera para el descenso y, unos metros más adelante, se empieza a sentir la presencia del monte. Casi sin percibir el momento del cambio, el viajero se encuentra sumergido en un bosque cerrado, observando las mariposas que revolotean a su alrededor y respirando un aire húmedo.
El sendero continúa marcado, pasando por tres pequeños cursos de agua. El caminar se vuelve más difícil al encontrarse raíces y troncos sobre la leve marca del sendero. Desde este increíble lugar se puede observar cientos de helechos dispersos en el suelo, protegidos por la penumbra del ambiente. La naturaleza parece estar intacta, por lo que se debe ser muy cuidadoso para no dañar la vegetación ni ensuciar el suelo.

Es más que agradable permanecer allí unos minutos, sin moverse y en silencio, dejándose hechizar por la magia de la ruta. El sendero continúa hacia la izquierda y en determinado momento comienza una subida. Por ser un tramo escarpado se recomienda caminar sin prisa. A medida que se asciende, el aire se torna más seco y la luz aparece entre los árboles. Durante todo el trayecto se escucha el canto de diferentes pájaros; incluso se pueden ver muchos de ellos junto a sus nidos.

El recorrido culmina una vez en campo abierto. La casa se ve a mano izquierda y el camino con dirección a Tacuarembó al frente. Con seguridad se sentirá hechizado por la magia de la naturaleza. Una vez de vuelta en el camino y de retorno hacia Tacuarembó es posible tentar el ingreso a la Gruta de los Helechos que se encuentra 3 kilómetros más adelante. Quienes gustan de las caminatas seguramente tendrán en cuenta ésta propuesta. Pocos metros después de comenzar un descenso se encuentra a la izquierda la portera por la que se ingresa. Se debe seguir un sendero poco marcado de un kilómetro de extensión observándose al frente el monte nativo. El sendero continúa con dirección al arroyo Tacuarembó Chico hasta encontrar la Gruta de los Helechos. Se desciende un par de metros para internarse en ella, encontrándose allí una muy variada vegetación autóctona, junto con un hilo de agua que corre por el centro. De menor magnificencia que la Gruta de los Cuervos, esta gruta muestra no obstante una profusa flora autóctona de anosos y corpulentos árboles y helechos arborescentes. La ciudad se encuentra ahora a 11 kilómetros y se debe desandar el camino de las Grutas para el retorno.




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